domingo, febrero 28, 2010

El terremoto

Nuestro sentir ínfimo es lo que nos recuerda la naturaleza en estos eventos. En una columna de hoy Hector Soto en La Tercera, describia muy bien aquello. Lo incontrolable frente a lo futuro, a lo desconocido, nos deja claro que poco podemos hacer ante el gran poder y fuerza del planeta del cual solo meras criaturas temporales.

Cuento aparte de aquella reflexión, un par de cosas.
1. Aun hay replicas. Segun algunos durarán hasta un año. Dato no se si certero, pues de todas formas hay temblores en un año.
2. Al parecer es este aquel gran sismo que se anunciaba alla por los años 90. Aquel gran sismo de la zona central Ojala asi sea y que en mucho tiempo mas acontezca algo asi.
3. El uso de las redes sociales, de pasada, permite descubrir gente realmente bruta. Así, -y si usted lector conviene conmigo siga leyendo-, poco importa que el terremoto haya impedido la última jornada festivalera. Pero no, hay -e insisto creanme- gente que lloraba y lamentaba aquello en las redes sociales, empatando el "dolor" festivalero con el de las víctimas del terremoto.
O como se levantan a la categoria de principal sentimientos o noticias que deberian quedar sumergidas en las últimas de las prioridades. De muestra dos botones: la suerte de los veraneantes en zonas poco afectadas del país, así como aquellos gratos efectos de un terremoto al expulsar a los turistas o veraneantes residentes a fin de febrero en viña del mar.
4. Sin comentarios es la torpeza o mala coordinacion Armada-Onemi-Gobierno.
5. El fino pillaje de la octava region donde un flaite salio con una lavadora de 8k en el hombro. Así como aquellos mutantes-saqueadoresrobaplasmas.
6. Ese extraño sentir en el momento de un evento como un sismo asi (o megaterremoto), en el cual sientes que la vida ya no depende de ti, sino que te resignas a lo que vendrá.
Eso.
Ojala esten todos bien.

2 comentarios:

El Tercer Chimpancé dijo...

Qué decir..... Terrible.
No queda más que tratar de ayudar dentro de nuestras posibilidades.
Un abrazo

Javier Bazán Aguirre dijo...

Un valle de lágrimas como decía San Agustín. Somos polvo.

saludos