martes, junio 29, 2010

La peluqueria


Cuando era bien niño, me cortaba (o mejor dicho mi mamá me llevaba) el pelo en una peluquería que queda en la Galeria Couve, en Viña del Mar. El pelo, me lo podaba un caballero cuyo nombre no lo supe nunca con certeza, pero que tenía, en acuerdo con mi madre, la mision de cortarme el pelo del modo como siempre sufrí: bien cortito. Sufría pues, y en esto tal vez explica mi actitud de hoy, siempre he odiado cortarme el pelo.

Entrado en años, cambie ese peluquero, y candidatos mediante, tras sugerencia de mi buen padre, me quede con un señor que cumple esa tarea hasta hoy en el Portal Alamos en la Av. Valparaiso, don Elías.

En fin, en estos años he tenido la suerte de pasar al menos una vez a la semana por la Galeria Couve, y he sido testigo como van envejeciendo lentamente y del mismo modo despareciendo. De hecho, el tipo que me cortaba el pelo, pregunte hace unos años al no verlo durante un buen tiempo, falleció.

No suelo entablar grandes diálogos con los peluqueros. Al sentarme como que me resigno un poco, tal vez rememorando mi infancia, a pedir un corte de pelo y a pagar casi sin chistar el que se me entrega. Jamás podria interrumpir a aquel obrero del pelo, aun cuando sea yo quien padezca el corte, en su misión con algun arrebato ignorante mío.

Voy muy poco al peluquero, una vez al año tal vez, pero cuando voy, y es lo que me gusta de mi actual peluquero, me recibe con un trato deferente y señorial invitándome a algo que nunca me ha gustado, pero que visto así, es difícil dejar pasar.

lunes, junio 07, 2010

Plan Maestro.


Sin abusar de la palabra coincidencia, creo que el mundo gira o suele girar de cierta forma.

No me refiero al cósmico baile de rotación o traslación de este azul mundo en el que habitamos, sino a cómo se desarrollan los eventos que en el tienen lugar.

Anticipar cómo es que el mundo gira, creo yo, implica tener medio destino en el bolsillo. Tratar de escapar de eso, tarea semi imposible, nos permite controlar nuestro entorno.

No pocas veces, con espiritu tal vez casi megalómano, suelo decir "si el mundo gira como debe girar, tal acontecimiento ocurrirá...". De muestra, un par de eventos de este fin de semana, que efectivamente acaecieron del modo que yo anticipé.

Obviamente, es una ilusión. El mundo es al revés, uno transita por donde el destino lo coloque a uno, en aquello que no es posible controlar o medianamente controlable.

En forma arrogante extrema y apostólica, a veces también digo "si dios existe, tal cosa ocurrirá", y cuando acontece, ignoro si tal hecho es prueba de algo o es simplemente una coincidencia. Aunque debo confesar que esa última palabra no me agrada mucho.

Porque en esta senda de laicismo conveniente y semi fundado que inunda mi existencia ahora, y siguiendo tangencialmente a la buena dominique, es en ese pequeño o pequeños actos de probar la existencia de un ser divino, o no tanto, pero si averiguar quién o qué comande o dirija de algún modo los destinos globales de este mundo, sin hacer o echar mano a la fe, o la creencia ciega y absoluta en algo, que trato tal vez de saber por qué ocurren las cosas.

El "plan divino" "maestro" o "simplemente destino", si hemos de admitir tales , y con guiño a la autora del último blog, y también a Carlin, no van a cambiar por una vil plegaria (en el caso que usted lector convenga en la existencia de un plan de origen divino), pues ya está trazado, ahí no hay nada que hacer.

Pero ahí esta mi confusión, y con base empírica (pero sin utilizar la coincidencia). Si se logra anticipar lo que viene o en cierta forma desentreñar nuestro entorno, en cierto modo dominamos el destino que nos rodea. Pero no pocas veces, acaecen esos imprevistos a que no es posible resistir, que embrutecen y apagan todo afán de anticipo. En el fondo esa es mi duda, pues la lógica y la experiencia no me permiten en modo alguno saber o llegar a ese plan, pero la curiosidad me invita a seguir.

Me desvío entonces de esa alternativa del último blog al final de esa pregunta: Si algo no lo sé, buscaré la respuesta lógica y si no tengo una, seguiré buscando, pues callar u omitir, da pie por omisión a ese documento maestro, cuyo contenido a más de misterioso, es a la vez intrigante, en que, y a esta hora concluyo, arrogantemente por cierto, está compuesto por una sumatoria de imprevistos frente a los cuales la misión del hombre es simplemente enfrentarlos o solucionarlos, y que excluye aquello que podemos anticipar medianamente.

Mientras más afinado tengamos el filtro para entender cómo gira el mundo, quitamos espacio a aquel documento maestro que, y hay que decirlo, nos llena de los designios que conforman la esencia feliz y trágica de la vida.